Las montañas ocupan cerca de un cuarto de la superficie de la tierra y suministran agua para más de la mitad de la población mundial. Además son centros de diversidad cultural, biológica y de agro-diversidad. Sin embargo, las montañas muestran también algunos de los más claros indicadores del impacto del cambio climático incluyendo tasas de calentamiento sobre el promedio global, que han llevado a un proceso acelerado de retroceso glaciar, aumento de riesgos por eventos extremos y cambios en el funcionamiento de los paisajes y socio-ecosistemas.

En un contexto de topografías abruptas, las comunidades de montaña son particularmente vulnerables a procesos como inundaciones, deslizamientos y avalanchas y enfrentan en muchos casos procesos de degradación de la tierra y pobreza en zonas rurales y urbanas.

Dada la velocidad sin precedentes del cambio climático en las montañas, es urgente el desarrollo e implementación de estrategias de adaptación.

Sin embargo, es necesario desarrollar enfoques más integrados y holísticos en que la adaptación al cambio climático se integra con los procesos más amplios de desarrollo sostenible y los retos y oportunidades que las realidades complejas de los socio-ecosistemas de montaña plantean en este contexto. Las estrategias de adaptación deberían entonces apoyar a las comunidades de montaña y los actores involucrados en la toma de decisión y la gestión a conservar, restaurar y manejar de forma más sostenible los servicios ecosistémicos de los que dependen las poblaciones en las montañas y aguas abajo.